NUEVOS MODELOS
 
 
“Mi voluntad de morir esta aún viva y debía continuar viviendo?
J. Prevert.
 
 
_ ¿Porque lo hiciste?
_ No tenía otra salida
La Romana. Moravia.
 
 
La mirada del espectador que acentúa la noción de subjetividad es probablemente la mayor aventura de una obra terminada. Apearse en el camino o perderse en el trayecto son grandes posibilidades del artista, pero la única llegada posible es a la mirada del otro. No hay más fin que el que disponga este acto de comunión compartida, ni mejor interpretación que no provenga de las experiencias individuales. Aun así, y ya refiriéndonos a las obras de esta muestra, Miguel, o mejor dicho sus fotos, nos proporcionan continuas reverberancias que harán susceptible cualquier condición pasiva ubicándonos mas como protagonistas activos dentro de sus interiores que como contempladores serenos desde afuera. Atravesaremos ese umbral pulido como un espejo que es el soporte fotográfico, de manera similar a como lo hacen algunos de los objetos que vienen desde afuera del encuadre, para terminar posando en el centro de la escena. Estas inclusiones intempestivas traerán consecuencias extraordinarias e inevitables. Tomemos por caso algunos de los cuartos, el amarillo por ejemplo, el que lleva pegada sobre la pared plástica las fotos de los meteoritos surcando el espacio a punto de impactar en la tierra. ¿Que es esa masa arrugada, sólida y transparente arrojada en un rincón sino el mismo meteorito alojado en el cuarto? O aquella foto en que la mesa cubierta con un lienzo arrugado sostiene una bolsa azul de plástico, arrugada también y ligeramente inclinada, inclinación que se repite en el balde negro apoyado en el piso. Paralelas, diagonales, formas, se acentúan por proximidad y por diferencias de materiales y color. La verticalidad entre un par de parlantes apilados y una estantería blanca de madera se amplifica por el punto de encuentro de los planos de diferente color en los plásticos del fondo.
 
Pero todas estas consideraciones formales que se van agitando como ecos constantes, no serian más que meros ejercicios de forma sino fuera por el poder de las ideas que Miguel impone en manera de pequeñas narraciones. Entonces comienzan a aparecer lo que el artista llama nuevos modelos, desarrollando sus trabajos a partir de la adopción de un sistema de convención preexistente para determinar otra opción, otros modelos a los ya digeridos por hábito y disciplina. Así los elementos u objetos se reorganizan llegando a los cuartos todos con la misma temperatura. No hay jerarquías entre ellos y esto facilita que en cada foto, como un nuevo catalogo de posibilidades, se aleje lo standard y se incorporen otros rubros quizás mas hostiles y menos agradables, por lo cual la satisfacción de los sentidos no se vera complacida sino trastornada. El goteo celeste que preanuncia una catástrofe, o la mancha roja en el piso con sangre de un cráneo con forma de maraca, o una resma de servilletas desordenada, desequilibrada, arrinconada como psicótica en un cuarto vacío. O quizás las mas ambiguas e indefinibles, la antesala carcelaria con los cinturones dejados en la entrada, y el patíbulo, sala de suicidio o zona de escape que infiere una soga en movimiento congelado que cuelga por encima de un banco. Todas escenas a las que hago propias estas interpretaciones y donde cada uno hará la suya y correcta pero inducidas por señales, quizás inconscientes, del autor.
 
Extendiéndome en una última descripción no querría dejar de mencionar la ausencia de los techos por la decidida presencia de los pisos. Sí, todo esta por el piso, como una fuerte reivindicación de éste ante su desvalor instalado. Pero con gran paradoja, hasta las cosas tiradas, caídas, o arrojadas están apoyadas, insinuando en la misma ausencia el paso de lo humano o su latido invisible, como si alguien estuviese o hubiese pasado por ahí llevando registro de un acto cumplido.
 
Con plena conciencia de todo sistema circular, sistema cerrado y obsesivo, la paradoja se cumple tanto en los actos como en los dichos. En uno de los encuentros que tuvimos, Miguel me dijo con inusitada seguridad: ”Trabajo desde el frío, por eso las imágenes pueden resultar frías y distantes. Uno puede trabajar desde el calor pero lo mío no es tropical, es un frío sofocante. La descripción más hermosa de estas fotos dichas por el propio autor. Un frío sofocante.
 
 
Fabián Burgos
Buenos Aires, 23 de septiembre, 2006.